sábado, 27 de agosto de 2011

NO ERA...

...
la primera vez que ponía una y ya tenía mucha experiencia en ello. Le encantaba ver sus obras de arte, sobre todo cuando alguien, en su intento de huída, se despistaba y pisaba el artefacto, uno entre mil en aquel campo de minas.
Una vez pisada la bomba, no había vuelta atrás. Se oía un “click” antes de apartar el pie y estallar en mil pedazos.
Era un experto en zonas estratégicas. Es por eso que cuando acabó de poner la última, tan seguro y decidido como estaba, se sorprendió a sí mismo al escuchar ese “click” bajo su pie derecho.
Suicidio, dictaminaron sus compañeros. Suicidio, porque consideraban patético admitir que el ser humano es el único capaz de caer en su propia trampa.

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