lunes, 7 de noviembre de 2011

Este relato va dedicado a la Casa dels Xuklis, una organización que hace una gran labor con los niños con cáncer (http://www.lacasadelsxuklis.org)

Y por último, también va dedicado a Albert Espinosa, una persona que luchó contra el cáncer y lo venció, pero lo más importante: como persona es una persona única, un diamante.
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Me gustan los globos de helio. Tienen tantos colores y formas… Mi sueño es poder comprar un día muchos globos y soltarlos, ver como alcanzan el cielo y se pierden en el infinito. Pero claro, para eso primero tengo que salir de aquí. ¡Madre mía! Qué emoción estoy sintiendo, ¡y eso que todavía no ha llegado el día en que lo pueda hacer! Me lo puedo imaginar… Mamá, al ver cómo los suelto, pondrá por un momento cara de horror y exclamará “¡Pero que despilfarro de dinero!”, ya la estoy incluso oyendo, ¿tú no? ¡Jeje! Sí, seguro que sí. Pero papá reirá mucho y muy fuerte, enseñando todos los dientes que se empeña en disimular. Conociendo a papá…
     Pero ahora papá y mamá están un poco tristes… No sé si es porque me están dando unas medicinas que me han dejado sin pelo. A lo mejor me ven un poco feo… Pero yo me miro en el espejo y, ¡tampoco estoy tan mal! Además, ¡con este calor que hace me va de maravilla! Fíjate que a veces les miro entrecerrando mucho los ojos y puedo ver como se están deshaciendo como un helado. ¿¡Helado!? ¡Oh! ¡Ahora me comería un buen helado con mucho chocolate…! Pero bueno, ¿por dónde iba? Ah, sí… Mis papis están un poco tristes… Verás, se ve que tengo una cosa que se llama cáncer y no es muy bueno. Ese tal cáncer hace que a veces esté un poco malito y cuando lo estoy mi papá dice cosas como “¿por qué? Si sólo tiene cinco años…” y alguna que otra palabra fea que no la digo porque mamá no me deja…
     Yo estoy un poco triste, pero no por el cáncer ese que se ve que a veces se lleva gente al cielo, ¡a mí no me va a llevar! Si eso que se vaya con los globos de helio el día que los compre y los suelte. No, yo no estoy triste por eso… Sino porque ya no veo a mis amigos… Y tenía tres novias en el cole con las que me iba a casar. Y esto es un secreto que te cuento, ¿eh? No lo vayas a decir… Son las más guapas de la clase. Pero claro, ahora que no estoy en clase seguro que se habrán ido con Eric, el segundo más guapo de la clase porque el primero soy yo, ¿sabes? Además, a veces estoy flojo y no puedo correr, ni jugar…
     ¡Pero no te pongas triste! Hace poco era todo mucho peor… Mamá, cuando me dijeron que tenía que irme al hospital, tuvo que dejar su trabajo y venirse conmigo, y papá lo pasaba mal porque al continuar con su trabajo sólo podía venir a verme los sábados y domingos. Mamá no se podía quedar a dormir en el hospital y a veces, como un hotel vale mucho dinero, pues dormía en el coche. Con esto sí que te puedes poner triste de verdad, porque yo me sentía muy triste, sobretodo cuando intentaba hacer ver que no había llorado. Entre nosotros: miente fatal.
     Descubrimos que había una casa donde acogían a personas como yo y en la que tanto como mi mamá como yo podíamos estar allí y dormir allí, ¡sin pagar! ¿Te imaginas? Sí, yo también me puse muy contento cuando mamá me lo dijo. ¡Y la casa está súper cerca del hospital! Es súper guay, porque a veces vienen personas y nos enseñan a hacer pulseras y juegan con nosotros…
     Ahora sí que necesito que me guardes un secreto, ¿me lo prometes? Jo, pero guárdamelo de verdad, ¿eh? Que se que lo de mis tres novias ya lo has contado… Bueno, ahí va: Veo monstruos. ¡No te asustes! Son monstruos buenos que sólo vemos los niños como yo… Se hacen llamar Xuklis y ¿sabes qué hacen? Absorben las cosas malas que tenemos dentro y nos ponen buenos más pronto, ¿a qué me tienes envidia? ¡JA!

Penélope corre por la feria con su nuevo vestido. Es su cumpleaños y su padre le ha llevado con sus abuelos a la feria. Ella tira de sus pantalones con impaciencia mientras que con la otra mano intenta abarcarlo todo. Su padre le coge la mano y le susurra algo al oído. Ella sonríe. Se dirigen a un carrito de la feria, su padre saca dinero. Se alejan. Entre los dos sujetan todos esos hilos que sujetan los globos. Se miran entre los dos, cuentan hasta tres y los sueltan mientras Penélope sopla muy fuerte. Piensa que es gracias a su soplo que todos esos globos se han elevado hacia el cielo hasta perderse en el infinito, y su padre no piensa decirle la verdad. No le vayas a contar el secreto, ¿eh? Ssshhh… La abu exclama “¡Qué despilfarro de dinero!”, pero el abu ríe muy fuerte y con fuerza, enseñando todos los dientes que siempre se empeña en disimular… 

Laura González Barro 

5 comentarios:

  1. He soltado unos lagrimones.... Pero una gran sonrisa final. Gracias por saber escribir, desde dentro.

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  2. Bonito y triste. Pero sobre todo, bonito :)

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  3. Hola Laura, sabes? soy padre de un chico de 19 años que con 9 le detectaron un tumor cerebral y me he sentido identificado. También estuvimos en Madrid parando en la residencia contra el cáncer durante un mes mientras radiaban a mi hijo en el Ruber Internacional. Un beso muy grande y enhorabuena

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  4. Preciso, y bonito gesto el de tu dedicatoria, me ha llegado especialmente hondo, porque hace dos meses perdí a un amigo de la infancia por esta enfermedad.

    Un abrazo!

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  5. Bonita narrativa Laura, un placer leerte.
    tienes un bonito espacio.
    feliz semana.

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