... escribir un final para aquella historia. Tenía que hacerlo. No podía ser un final catastrófico de aquellos a los que tan acostumbrada estaba. Tenía que acabar bien dentro de los límites de la historia. Tenía que ser bonito. Y pensando en lo que tenía que escribir fue dejando aquella historia en un cajón y un día, con sus dedos ya rugosos y temblorosos, lo rescató para escribir aquel final, y acababa con sus ojos clavados en los de él y diciéndole que le quería antes de su último suspiro. Y entonces, una vez escrito esto, soltó su lápiz y se giró para mirarle.
Escrito por Laura González Barro
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